Se acercan los The Game Awards y todos sabemos lo que eso significa: la gran gala del videojuego, los grandes escenarios, la gente aleatoria saliendo a recibir juegos que no sabemos exactamente por qué están ahí, pero ¿es esto realmente lo que el medio necesita?
Voy a empezar por el principio, el galardón más famoso de los premios, el “Game Of The Year” (GOTY para los amigos). Bien, a primera vista parece un premio bien fundado, la categoría reina donde todos los juegos de este 2017 se enfrentan entre sí para saber cuál es el mejor. El problema radica cuando entramos a ver los nominados en esta categoría y nos entramos de los 5 nominados: Zelda, The Breath of The Wild; Super Mario Odyssey, Horizon Zero Down, Persona 5 y Player Unknown Battlegrounds. A primera vista hay algo que chirria, ¿verdad? ¿Que hace PUBG en una lista conformada por juegos tan rompedores y artísticos como los anteriormente mencionados?
Nier Automata, una historia profunda.
He visto últimamente muchas quejas diciendo que PUBG no debería estar nominado porque no es un juego que esté “terminado” y, en cierta manera, entiendo la queja, ya que sería como nominar al Óscar a una película que todavía le falta el montaje. El problema que veo con la inclusión de este título en la lista no es el porcentaje que le quede al videojuego, si no que indirectamente la gala te manda un claro mensaje: “Los videojuegos son, al fin y al cabo, servicios, y nada más”.
Me voy a explicar, está claro que The Game Awards es una gala movida por el dinero… Y no creo que esto esté del todo mal, ya que de alguna manera hay que buscarse el sustento y hacer una gala un poco mas mediática tampoco es lo peor. El problema con la gala es que, obcecada demasiado en el dinero y la audiencia, no comprende la evolución que sufre el medio y esto se ve clarísimamente en la no inclusión de un juego que para mí es vital de este 2017, Nier Automata.
Nier Automata es un juego que apuesta por su formato artístico, sin perder una jugabilidad arrolladora con una quinestesia casi perfecta, transmitiendo un mensaje tan claro como es la violencia en una trama rica y completa, donde sus personajes son tremendamente frágiles y nos recuerda como todos podemos caer en esa violencia por defender nuestro propósito en la vida, que, al final, es lo que nos define como seres humanos.
Y entonces es cuando me pregunto por qué Nier Automata, sin perder la noción de cuál es el medio en el que opera y arriesga en una historia tan apasionante, pierde un lugar entre los mejores juegos del año por títulos que se presentan como un servicio, como esa partida en la que te pones a los mandos, sientes el juego (no quiero desmerecer PUBG) y te pasas un rato agradable con amigos, pero al terminar sigues como al principio de la partida, el juego no te ha mostrado nada de los pensamientos de sus creadores y no te invita a reflexionar.
La vista hacia el futuro.
Creo que The Game Awards no le hace ningún favor a los videojuegos hoy en día, presentando como los mejores del año a servicios de juego rápido. Pero al final del día, al ver el resto de nominados, quiero creer que el paso de los videojuegos al arte cada día está más asentado y es una realidad posible. Quiero creer que los videojuegos que transmiten mensajes que consiguen emocionarnos, ayudarnos en momentos difíciles o enseñarnos una lección de vida pueden, al final, labrarse un puesto en el resto de medios, ser reconocidos como una pieza más y poder tener al final el respeto que tanto se merecen.