Aunque nunca te lo hayas planteado, Bandai, el gigante japonés, cuenta con una curiosa trayectoria como fabricante de hardware detrás.
Su imagen corporativa nos ha acompañado a lo largo de muchos años. De hecho, es una de las compañías más prestigiosas y antiguas de anime de Japón, y estoy seguro que recordarás productos suyos como cajas de juguetes y maquetas, o caratulas de incontables adaptaciones a videojuego de populares mangas y animes, como por ejemplo, Dragon Ball Fighterz.
Pero este gigante nipón también tiene experiencia en el sector hardware, exactamente en la fabricación de consolas. Esto último es probable que no te suene, ya que aquí en Occidente Bandai no decidió anclar el ancla.
Todo comenzó a finales de los 70, y al igual que en el resto del planeta, Japón estaba en plena fiebre Pong. En 1977, el mismo año en el que Nintendo lanzó su Color TV-Game, Bandai presentó la TV Jack 1000, una consola con cuatro juegos incorporados, que eran Hockey, Practice, Racquetball y Tennis, a la que seguirían cinco modelos más, hasta que. en 1979, comercializaron la Super Vision 8000; la primera consola japonesa con cartuchos que se podían programar.
En 1982, lanzaron la versión nipona de la Arcadia 2001, y, aunque no dudaron en apostar por el mercado de la Famicom (como ya sabéis, la versión NES japonesa), lanzaron una multitud de títulos para los 8 bits de Nintendo.
Bandai siguió aposando por su creación de hardware propio, desde su propia línea de “consolas” (si es que las podemos definir como tal) con pantalla LCD, hasta la sorprendente Terebikko, una consola con forma de teléfono que se conectaba a la entrada de vídeo.
En 1994, llegaría la Playdia, un sistema enfocado al FMV que gozó de una notable popularidad en Japón, gracias a sus licencias de anime, desde Sailor Moon hasta Dragon Ball. Antes de esto, exactamente en el año 1993, Bandai acudió a Apple para fabricar juntos lo que sería un fracaso en ventas, la Pippin, una consola con una arquitectura igual que la de un Macintosh de por aquel entonces. No logró sobrevivir ni a su primer año de vida.
Todo lo contrario que WonderSwan, (una creación del gran Gunpei Yokoi, el padre de Game Boy), que arrasó en Japón. Por desgracia, esta maravilla de portátil de 16 bits jamás llegó de manera oficial a Occidente, y eso que contó con el apoyo de third parties tan notables como Square, Konami o Capcom.
A la WonderSwan original, en blanco y negro, le seguirían el modelo con pantalla a color y la delumbrante Swan Crystal.